No sé cuántos han notado que, al relacionarnos con personas cristianas, utilizamos de alguna manera un vocabulario distinto al que usamos por ejemplo con amigos no cristianos o compañeros de trabajo. A veces, quizá sin darnos cuenta, como que presionamos un interruptor y cambiamos las palabras dependiendo a quién nos estamos dirigiendo. Puede que haya más de un factor que condiciona este detalle pero, al menos en mi opinión, esto sucede sencillamente porque en nuestra iglesia utilizamos generalmente, para el estudio y conversaciones, una versión o traducción antigua de la Biblia. En otras palabras, una versión antigua de nuestro lenguaje. En nuestra denominación, usamos con una arrolladora mayoría la versión Reina Valera de 1960 entre los países de habla castellana. En Inglés todavía hay un gran porcentaje que se siente inclinado a usar la antigua traducción de King James. Por supuesto hay pros como, por ejemplo, que se tiende a percibir cierta solemnidad al escuchar un lenguaje quizá más poético o ancenstral lo cual transmite un sentido de reverencia. Por otro lado, es más fácil recordar textos que hemos aprendido desde pequeños extraídos de esta traducción. Sin embargo, todas las cosas evolucionan de alguna manera y algo específicamente notorio es el lenguaje. Esto trae consigo también algunos contras.
Hay muchas palabras antiguas de las que, aún teniendo nosotros cierta claridad con respecto su significado, posiblemente de ellas nos hacemos un concepto un poquito distinto que cuando escuchamos su correspondiente vocablo actualizado. La razón de ponerme a escribir este artículo se debe específicamente a que estaba escuchando una canción que mencionaba algo tan simple como los «quebrantados» de corazón, y me detuve por un momento en este término. Cuando, por mencionar algo, yo me estoy desahogando con algún amigo, amiga, o un consejero, muy probablemente yo no le digo —me siento quebrantado de corazón—. De hecho, esto suena como una palabra «rebuscada», y quizá un buen modelo de ejemplificar una palabra con “acento” cristiano. En lo personal, y creo que independientemente del país latinoamericano en que vivo, ni siquiera viene a mi mente expresarlo de esa manera (algo medio similar a como cuando leo el versículo en que Pablo relata que Dios le dijo —bástate mi gracia— en lugar de quizá —mi gracia te es suficiente—). De hecho, creo que en lugar de quebrantado más bien yo usaría, —tengo el corazón herido o destrozado—. Por eso hoy cobró mucho más sentido y valor cuando escuchaba el texto que citó Jesús mismo sobre los quebrantados de corazón, al entregársele el rollo del libro de Isaías en la sinagoga, desde la traducción «La Palabra», dónde se lee: “El Espíritu del Señor Dios me acompaña, pues el propio Señor me ha ungido, me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones destrozados, a proclamar la libertad a los cautivos, a gritar la liberación a los prisioneros.” Isa. 61:1, 2. ¿Notaron algo hermoso? Dice “a vendar a los corazones destrozados”. La Nueva Versión Internacional lo traduce como: “a sanar a los corazones heridos”. En otras palabras, Jesús está diciendo que vino a poner un vendaje, o el «parche curita» que trae la calma a los niños pequeños. O sea vino a dar una atención muy especial a quienes tienen su corazón roto, herido o destrozado y eso sencillamente me sonó maravilloso.
Personalmente, y hablando ya en general, sentí que un mundo escondido apareció en mi mente cuando comencé a escuchar la Biblia completa usando la traducción Nueva Versión Internacional hace más o menos una década a esta fecha. De paso, aunque esto puede ser ya familiar para algunos, estuve investigando desde diversas fuentes, escuchando opiniones, haciendo consultas, etc., y me encontré con que la NVI es una excelente alternativa, si no una de las mejores traducciones actuales de las Escrituras. Y menciono aquí al menos tres razones.
- Es una de las versiones en que se tradujo por conceptos o sentencias en lugar de ser literal, o palabra por palabra. En mi caso, he traducido muchos himnos del inglés al español y varios concordarán conmigo en que es prácticamente imposible lograr encontrar el sentido completo de una canción a menos que se haga por sentencias y, a veces, aún por estrofas. La Biblia no es absolutamente lo que ciertos escritos sensacionalistas clasifican como un libro codificado o encriptado en el que cada palabra es de alguna manera un elemento escondido dentro de un mapa virtual. Así mismo no tenemos ninguna razón para concluir que cada palabra es, digamos, «santa» o «intocable». De ser así, ni siquiera deberían ser traducidas puesto que las palabras originales están en hebreo, griego y una sección en arameo y, de ser así, deberíamos aprender a analizar directamente desde aquellos lenguajes, lo cual no es el caso.
- A diferencia de muchas traducciones que fueron asignadas a algún erudito, como en nuestro caso a Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, en Castellano, la NVI es por el contrario un trabajo conjunto de decenas de eruditos de diferentes denominaciones. Esto le da a la traducción un tremendo sentido de imparcialidad. Además, la riqueza de ideas floreciendo de muchas mentes hace que, en su conjunto, el resultado sea sumamente completo y certero.
- Una de las metas de la traducción era interpretar los conceptos de la forma más precisa posible, pero utilizando un vocabulario actualizado y sencillo. Otra de las virtudes de esta versión es, entonces, que hasta un niño la puede comprender.
Hay muchos que piensan que, mientras más antigua es la traducción, más correcta es su interpretación. La creencia es que, cada vez que se agrega una versión más moderna, más se va deteriorando el sentido inicial. Por lo mismo hay no pocas personas que piensan que una versión moderna no está correcta porque no concuerda con, por ejemplo, las primeras revisiones de la Reina Valera. La verdad esto no tiene ninguna base ni sentido ya que todas las traducciones, al menos las más renombradas o conocidas, se han traducido directamente de los originales. Quizá esa es la diferencia entre el concepto de traducción y revisión. Las revisiones son actualizaciones de la misma traducción en tanto que la traducciones o versiones son proyectos completamente independientes y se obtienen de los manuscritos auténticos disponibles. En otras palabras, la NVI no es una moderna e incorrecta versión de la Reina Valera, sino una correcta y actualizada traducción de los originales.
Aprovecho de mencionar un ejemplo quizá irrelevante pero gracioso que mencioné en otro devocional y lo podemos encontrar en 2 Cor. 10:10. En la versión Reina Valera de 1960, leía pero no comprendía…
«Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable.»
Sin embargo, pude entender mucho más claramente lo que Pablo estaba expresando (y, como ven, con algo de sentido de humor) cuando leí el mismo texto en la NVI:
«Pues algunos dicen: Sus cartas son duras y fuertes, pero él en persona no impresiona a nadie, y como orador es un fracaso.»
Permítanme ahora agregar un ejemplo práctico en cuanto a la traducción misma. Por ejemplo, comparto un evento que encontramos en Marcos 9:28-29 luego de que Cristo bajara del monte donde ocurrió su transfiguración. Al leer la versión Reina Valera de 1960 vemos que enuncia:
“Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.”
La NVI por otro lado dice:
“Cuando Jesús entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado: —¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? Esta clase de demonios solo puede ser expulsada a fuerza de oración —respondió Jesús.»
¿Notan que el primero habla de oración y ayuno? El segundo, sin embargo, no menciona la palabra ayuno. Pues bien, me puse la meta de investigar en los comentarios bíblicos disponibles y conversé con un par de profesores de teología que conozco, y me encontré con una sorpresa. La explicación corta es que sencillamente la palabra «ayuno» no está en el texto original. La respuesta más compleja es, bueno, puede que esté pero no tiene mucho respaldo. Me refiero a que no existe solo “un” original. En efecto, lo más probable es que ni siquiera la humanidad tenga acceso a un manuscrito relamente original, hablando del que salió directamente de las manos del profeta o autor. Se han encontrado muchos fragmentos que corresponden a distintas épocas y lugares. En la antigüedad existían también las “fotocopias”, solo que eran hechas a mano. Cuando era necesario enviar copias a distintas congregaciones o sinagogas, los Masoretas (quienes vendrían siendo una especie de “notarios bíblicos”) se dedicaban a hacer copias fidedignas de una porción de la Biblia para que otros puedan leerla con la exactitud del manuscrito original. Naturalmente, aunque ese era una trabajo sumamente diligente y preciso, estaba obviamente hecho por humanos y no estaba exento de pequeños errores tipográficos. Además, considerando la enorme antigüedad y la calidad de los fragmentos encontrados, es prácticamente imposible saber cuál de ellos es la primera versión o la más cercana al original. En nuestro caso, la palabra ayuno no aparece en la mayoría de los manuscritos originales por lo que los traductores, siendo consecuentes con su trabajo, optaron por omitirla. De paso, en la última revisión de la Reina Valera (año 2015) se omitió también la palabra ayuno.
Otra muestra es el consabido caso de 1 Juan 5:7 que, leído desde la Reina Valera dice:
«Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.«
Mientras tanto la NVI dice sencillamente (y también corregido en la Reina Valera Revisada de 2015):
«Tres son los que dan testimonio.«
Nuevamente, en este caso, los tres miembros de la Trinidad no aparecen enlistados en la mayoría de los «originales». Pues bien, la NVI contiene varios casos como los mencionados (aunque no tantos en realidad considerando la fragilidad física de las fuentes) haciendo que la traducción de la NVI sea mucho más correcta.
Hablando de elecciones, hay personas que se abanderizan con una traducción y la defienden a pies juntillas. Obviamente es muy lindo tener una Biblia favorita y, de hecho, hay muchos que tienen un ejemplar antiguo, bien subrayado, y es un tesoro que nos agrada mantener. Defenderla como la ideal para el estudio es quizá un poquito distinto. Quisiera hacer aquí la acotación de que los judios, especilamente en la antiguedad, eran extremadamente celosos de la revelación que recibieron, que ellos nombraban como la TANAJ (acrónimo que representa los 5 libros de la Torá, 19 libros de los Profetas, y 12 de los Escritos). La TANAJ era tan sagrada para ellos que se opusieron fuertemente a la idea de que se traduzca, algo que ocurrió con la llamada Septuaginta durante el período del imperios Romano, cuando se tradujo al griego. Para ellos era primordial que la Biblia se preserve en el lenguaje en que fue escrito. Más adelante en el tiempo, la Iglesia Católica hizo lo propio sosteniendo que la Palabra de Dios sólo debía ser estudiada en Latín. Por cierto, esto dejaba a la mayoría de la población sin ninguna posibilidad de un estudio personal. Es muy interesante entonces, por decir lo menos, recordar el evento que ocurrió luego de que el Espíritu Santo fue derramado en el Pentecostés. Dice el capítulo 2 del libro de Hechos, en alusión al discurso de Pedro, que «quedaron todos pasmados porque cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma«. Entonces, si el Espíritu permitió que todos los oyentes, «Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de la provincia de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene; visitantes llegados de Roma; judíos y convertidos al judaísmo; cretenses y árabes», quiénes seríamos nosotros para oponernos al deseo de Dios de que su Palabra sea accesible a toda la humanidad y más bien una carta personalizada y dirigida a cada uno de sus hijos, sin exepción.
De cualquier manera, no es mi intención elevar alguna versión en desmedro de otra. Además cada uno tiene sus preferencias en cuanto a estilo. Lo que quiero decir es que deberíamos dedicar tiempo a comparar una traducción con otra al estudiar pasajes de las Escrituras. La tecnología actual nos permite tener acceso a aplicaciones para teléfonos en donde podemos guardar todas las versiones que deseemos. También podemos acceder a textos paralelos con el lenguaje original y existen sitios web que ofrecen estos servicios en forma gratuita. Al menos creo que, en muchos casos, nos va a hacer entender significativamente mejor el concepto que estamos analizando. Y, lo más importante, si es que encontramos alguna divergencia, nos va a motivar a profundizar mucho más aquel punto en especial. No sé, aún se me ocurre ver una sonrisa en el rostro de Dios al ver que estamos entusiasmados en leer sus mensajes con esmero y con el deseo de comprender exactamente lo que Él pretendía (y pretende) transmitirnos. El Señor nos bendiga y nos otorgue la sabiduría necesaria para hacer de esto un trabajo cotidiano. Además, quién sabe y es posible que no tengamos que apretar el interruptor de cambio de lenguaje para modificar cada vez nuestra forma de expresarnos. -Raúl H Rivas